DOLOR Y SIMULACIÓN: EL SÍNDROME DE NEYMAR JR

DOLOR Y SIMULACIÓN : EL SÍNDROME DE NEYMAR JR

de Clement Billerot

Traducción : Juanfran Robles


Durante el último mundial de fútbol se habló bastante de las simulaciones de Neymar. No es raro constatar que al más mínimo contacto los futbolistas se tiran al suelo, ruedan y se levantan un momento más tarde. Este comportamiento molesta a los hinchas, que prefieren ver regates, voleas, ¡y sobre todo goles!

En el transcurso de una sesión con una paciente que presentaba un cuadro de sensibilización del sistema nervioso central, en el que era casi imposible tocarla debido al nivel de sensibilidad, me hice la siguiente pregunta:

¿Los jugadores simulan verdaderamente o expresan simplemente un nivel elevado de sensibilización de su sistema nervioso central?

Os propongo descubrir la reflexión que inició esta pregunta y el vínculo establecido entre algunas nociones recientes de la fisiología del dolor 😉

MIEDO A LA LESIÓN:

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222 millones de euros, ese es el precio que pagó el PSG para comprar a Neymar. 222 millones de euros, es el valor del futbolista (récord del traspaso más caro de la historia del fútbol). Imaginemos un segundo que un jugador se lesiona gravemente y que no puede jugar en toda la temporada.

¿Qué podríamos pensar de esa inversión?

¿Cuáles son las consecuencias para el jugador, su carrera, el club?

Una de las funciones del sistema nervioso central es proteger la integridad de la persona. Cuando 222 millones están en juego, esta protección puede generar una hipervigilancia, una pre-activación de la respuesta dolorosa. Así, el más mínimo estímulo puede potencialmente sobrepasar el nivel de desencadenamiento del dolor; ¡un solo contacto es suficiente! Sin embargo, una vez que la acción se termina, que el jugador se mueve y se da cuenta de que no está lesionado, o que el fisio o médico lo tranquilizan, entonces se levanta y vuelve trotando…¡hasta el próximo choque! Pero no es el único fenómeno que entra en juego en este partido. Hablaremos un poco más tarde (en el párrafo “se levanta y se va”)

FALSAS CREENCIAS :

«Tengo la cadera desplazada”.

Una mala representación de la situación o la incomprensión de ciertos mecanismos pueden provocar un desfase entre lo que percibe el jugador y la realidad.

En el mundo del deporte vemos con frecuencia aparecer nuevos tratamientos casi “mágicos”, que prometen una cura milagrosa. Sin embargo, un gran número de esos tratamientos no han mostrado una eficacia superior a un placebo. Y aun así se vuelven indispensables.

Ciertos tratamientos (pasivos) propuestos a los deportistas, ya sean manuales o utilizando máquinas, los encierran en una espiral de dolor-tratamiento-dolor… Esta espiral conlleva que el jugador pierda el control sobre su problema, haciéndolo dependiente de un tratamiento placebo.

La prioridad del tratamiento debería estar centrada en la educación de los jugadores, y si se utilizan coadyuvantes, sería interesante informar a las personas tratadas del efecto potencial y real.

ESTRÉS Y ANSIEDAD:

Los jugadores están constantemente sometidos a una fuerte presión por parte del club. Durante un mundial de fútbol, se añade la expectativa, la presión de los seguidores que sueñan con una victoria de su equipo y que desean ver sobre todo ¡un gran espectáculo!

Tal nivel de tensión va a sensibilizar el sistema nervioso un poco más. Esta sensibilización es aún más fuerte en las fases de juego decisivas como por ejemplo en un contra ataque. Todo va muy rápido, el juego aumenta en intensidad, se produce un contacto, se sobrepasa fácilmente el umbral del dolor y el jugador se desploma. Rápidamente, su sistema nervioso se pregunta: ¿estoy lesionado?

LA FALTA DE SUEÑO:

Las numerosas horas que los jugadores pasan entrenándose provocan un cansancio físico. Podríamos pensar que este cansancio favorecería la calidad del sueño, pero existen otros factores que también influyen.

Acordaos del día anterior a la vuelta a clase o a un examen importante, dando vueltas en la cama pensando en el día siguiente. Imaginaos ahora que lo que pase el día siguiente condicionará el resto de vuestra carrera. ¿Creéis que podríais pasar una buena noche? Podemos pensar fácilmente que, durante un mundial de fútbol, el nivel de estrés y de ansiedad de los jugadores aumenta y la calidad del sueño disminuye.

Desde hace algunos años se ha establecido una relación entre la calidad del sueño y las pantallas. Las redes sociales, los medios de comunicación, los análisis de partidos y del otro equipo… Los jugadores pasan mucho tiempo delante de una pantalla, lo que altera la calidad de su sueño.

¿Y EL DOLOR EN TODO ESTO?

Todos hemos experimentado el siguiente caso: cuando estamos cansados nos volvemos más gruñones, irritables…nuestro sistema nervioso integra y gestiona las solicitaciones externas con menos eficacia. Nuestro sistema de alarma-dolor está igualmente impactado por esta falta de sueño, lo que contribuye aún más a su sensibilización.

HIPER-MEDICALIZACIÓN

Anteriormente hemos abordado el valor monetario de los jugadores y la importancia que representan las lesiones en el transcurso de sus carreras.

Cuando un jugador se lesiona, será orientado hacia numerosos especialistas y recibirá diferentes diagnósticos. Este vagabundeo medical puede provocar catastrofismo y estrés, intensificando un poco más la sensibilización del sistema nervioso central.

El marco médico-legal obliga a cada uno de ellos a justificarse mediante imágenes que conllevan un efecto nocebo (radio, eco, IRM…). Hoy sabemos que las imágenes pueden provocar potencialmente un impacto negativo sobre el dolor.

La hiper-medicalización se añade a los factores anteriores. Los medios de comunicación, los programas con “especialistas”, las redes sociales, todo está lleno de opiniones “medicales”, que resulta difícil ignorar.

BENEFICIOS SECUNDARIOS:

Si existe una razón que parece clara es esta: obtener una falta, un penalti, provocar una tarjeta, cabrear al contrario… ¡Tantas razones para tirarse al suelo, rodar, gritar!

Podemos indagar un poco más en lo que implica esa falta:

Una falta para la acción y provoca un lanzamiento, y la ventaja no se queda ahí. También permite cortar el ritmo del partido, como, por ejemplo, evitar un contragolpe. Esto puede enfadar al equipo adverso, a riesgo de que se le agote la paciencia, concediendo quizás una tarjeta amarilla, lo que limitará su intensidad en los duelos.

La expectativa de obtener un beneficio secundario va a mantener el sistema en un estado sensibilizado, incluso de forma inconsciente. La espera de una “recompensa” va a condicionar el sistema nervioso a anticipar el dolor.

“En el rugby son más robustos, no simulan”. Las reglas de rugby son diferentes, y aunque haya múltiples contactos, es raro ver a un jugador quedarse en el suelo. Esto puede explicarse por el hecho de que las reglas no incluyen la “falta” por contacto. No hay entonces beneficio secundario. Lo mismo pasa en el baloncesto, donde un jugador que simula puede ser expulsado del terreno de juego varios minutos (técnica), igual en el balonmano (flopping).

EL APRENDIZAJE

Parece ser que el juego de la simulación puede volverse contra el jugador sin que él lo sepa.

Os propongo una nueva situación. Durante una comida familiar, estáis jugando a hacer cosquillas a vuestro primo pequeño. Apenas lo rozáis, se ríe, se ríe, se ríe.  Tras una corta pausa, le decís “cuidado, que te hago cosquillas- extendiendo vuestras manos hacia él”, con lo que se muere de la risa y se tira al suelo. Su sistema nervioso simplemente ha aprendido a reconocer el estímulo y responde por anticipación.

Volvamos de nuevo a nuestros jugadores y al caso Neymar. A menudo ha sido golpeado, empujado, frenado…su sistema ha aprendido. Y en cuanto es golpeado (o simplemente en cuanto lo piensa) su sistema se activa. Este último reconoce y anticipa el resultado= ¡el dolor!

Una vez que el jugador se ha tirado al suelo, ¿le queda otra opción que quedarse en el suelo y retorcerse de dolor para que el arbitro le crea? Va más allá en su mentira y exagera totalmente la situación para obtener su reconocimiento. A fuerza de actuar así, su sistema nervioso acaba por creérselo. Todo lo que sentimos es real. Si el sistema nervioso de un jugador llega a un nivel crítico, ¡entonces el jugador sentirá dolor! Poco importa si ha existido contacto o no, lesión o no…

GATE CONTROL= VOLTERETAS

¡Podríamos explicar incluso las volteretas de Neymar (otra vez él)! Si nos damos un martillazo en el dedo, el primer reflejo es de soplar sobre él, y de sacudirlo durante algunos segundos. Esta estimulación permite activar ciertas fibras nerviosas, lo que apagará momentáneamente el mensaje de nocicepción y por lo tanto de dolor. ¿No podríamos hacer un símil con las volteretas? El hecho de entrar en contacto con la hierba, luego el aire, de nuevo la hierba… podría ser suficiente para modular el dolor.

¿La explicación os parece una locura? Sí, seguramente, pero y si después de todo, ¡los jugadores de fútbol no simulan!

SE LEVANTA Y SE VA

He guardado esta parte para el final. Efectivamente, todos tenemos la impresión de que, una vez terminada la caída, el jugador se levanta, cojea durante unos pasos y corre de nuevo a colocarse con la sonrisa en los labios: ¡todo queda olvidado!

Hemos hablado más arriba del mensaje descendiente que proviene de los centros superiores: “Todo está ok, podemos volver”. Pero otros mecanismos entran en juego.

El control inhibidor nociceptivo difuso (CIDN), también llamado modulación condicionada del dolor (CPM en inglés) es un mecanismo que nace en el tronco cerebral. Permite una modulación del dolor sobre todo el cuerpo.

La acción combinada de estos dos medios de regulación (centros superiores + CIDN) permite el regreso a un nivel de base y por lo tanto a un retorno al partido sin el más mínimo dolor.

CONCLUSIÓN:

Acabamos de describir ciertos mecanismos que permiten explicar el comportamiento de los jugadores, percibido frecuentemente como excesivo. El objetivo no es encontrar una excusa a las simulaciones, sino interrogarnos.

¿No podríamos encontrar esta aptitud entre nuestros pacientes? Beneficios secundarios, estrés, ansiedad, mala calidad del sueño, hiper-medicalización…

¿Qué podemos hacer para ayudar a esos pacientes? ¿Buscar el origen de la nocicepción?

La solución parece ser la educación, hacer que tomen conciencia de los diferentes mecanismos que contribuyen a modificar su dolor. Nos hará falta sin duda tiempo para mejorar y ajustar nuestra práctica. 😉

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